Banca

WiZink no consigue venderse: recibe ofertas por un precio muy inferior al que pide su dueño

Värde Partners rechazó 2.000 millones en 2019 y ahora nadie quiere pagar más de 1.000 tras la condena a las tarjetas 'revolving'

wizink revolving
El Wizink Center de Madrid.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

WiZink no tiene que le compre. Su propietario, el fondo Värde Partners, ha puesto el banco en el mercado pero no ha recibido ninguna oferta por más de 1.000 millones, muy lejos de las cifras que pide para rentabilizar su inversión, según fuentes próximas a la operación. El problema es que necesita vender WiZink para devolver la importante deuda con la que lo adquirió a Banco Santander en 2018.

Värde entró en 2014 en WiZink, que era el resultado de la fusión del banco online del antiguo Banco Popular y del negocio de tarjetas que compró a Citibank, al que se sumó posteriormente el de Barclays. Con la resolución del banco español en junio de 2017, su 49% en WiZink pasó a Santander, que llegó a un acuerdo para vendérselo al fondo en 2018. De esta forma, Värde pasó a controlar el 100%.

La adquisición se hizo con mucho apalancamiento, ya que el fondo lanzó una emisión de bonos garantizada con las acciones de WiZink para financiar la operación. Nunca trascendió la cifra exacta de la emisión, pero las fuentes aseguran que superó los 1.000 millones.

Al año siguiente ya trató de darle el pase en un proceso en el que puso un precio de entre 2.700 y 3.000 millones. Sin embargo, los fondos interesados no ofrecieron más de unos 2.000-2.200 millones, y Värde rechazó esas propuestas gracias a contar con el colchón del citado apalancamiento, es decir, apenas había tenido que poner dinero propio para la adquisición.

El varapalo de la sentencia de las tarjetas revolving 

Pero en marzo de 2020 llegó la sentencia del Tribunal Supremo que consideraba que los intereses de las tarjetas revolving de WiZink (su principal negocio, donde es líder de mercado con un 30% de cuota) eran de usura, ya que superaban el 25%. Ese varapalo implicó una reducción muy fuerte de sus ingresos y provocó la salida de su anterior consejero delegado, Iñaki Perkins, que permitió que el caso llegara al Supremo en vez de llegar a un acuerdo con los demandantes. Fue sustituido por el ex Santander Miguel Ángel Rodríguez Sola.

Tras esta sentencia, la valoración de WiZink cayó en picado. Rodríguez Sola ha intentado abrir nuevas líneas de negocio con la adquisición de pequeñas firmas como Aplázame, pero no ha conseguido que la entidad remonte el vuelo. En las últimas semanas, Värde ha vuelto a sondear el mercado para la venta, pero los fondos a los que se ha dirigido (entre ellos Cinven), o bien han descartado la adquisición, o bien han ofrecido cantidades inferiores a los 1.000 millones.

El problema es que Värde no puede aceptar ese precio porque apenas conseguiría pagar la deuda con la que compró la entidad en 2018. «No saben qué hacer, porque saben que el negocio no va a ir a mejor y han perdido su gran fuente de ingresos que eran las revolving», según una de las fuentes consultadas.

Además, este intento de venta llega en un momento en que la banca española está reduciendo su capacidad a marchas forzadas mediante fusiones y grandes reducciones de plantilla. Es decir, un momento en que hay muy pocos inversores interesados en entrar en ese mercado, y mucho menos a pagar precios elevados por ello.

Un portavoz de WiZink respondió a la publicación de esta información que «WiZink no está en venta. El banco digital ha puesto en marcha un plan estratégico a tres años con el que está diversificando su negocio para convertirse en un banco líder en financiación al consumo en el ámbito digital en la Península Ibérica».

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